A la espera del duelo que decidirá el nombre del líder definitivo del Grupo E de la Liga Europa, el Manchester United mantiene el pulso con la Real Sociedad tras superar al Sheriff Tiraspol 3-0 en el regreso de Cristiano Ronaldo, perdonado por su entrenador Erik ten Hag y autor de un gol que acabó con su ansiedad.
La presencia del jugador portugués en la alineación del Manchester United era el mayor aliciente de un choque sin mucha más historia. El conjunto inglés, junto a la Real Sociedad, ya estaba clasificado para la siguiente fase. Solo faltaba saber el nombre del primer clasificado, que se decidirá en la última jornada con un duelo entre ambos que se disputará en San Sebastián.
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Ten Hag, además de Cristiano, apostó por jugadores menos habituales en los últimos duelos. Aparecieron por el once nombres como el argentino Ángel Garnacho, Tyrell Malacia o Victor Lindelof. De los tres, el primero, fue la grata sorpresa de la noche.
A sus 18 años, Garnacho mostró una madurez admirable y puso su habilidad al servicio de sus compañeros. Desde la banda izquierda, fue un auténtico tormento para el Sheriff Tiraspol, que sólo pudo intentar salvar los muebles en un vendaval de juego y ocasiones del United.
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En la primera parte, acumuló hasta nueve. Y, Cristiano, dispuso de una clarísima, pero no fue capaz de rematar en boca de gol una dejada de Bruno Fernandes. No sería la primera vez. Después, en la segunda parte, erró en un disparo muy claro en el que apostó por la potencia en vez de por la colocación y se enfadó lanzando la pelota contra el público después de que el árbitro le anulara un gol.
Mientras Cristiano intentaba encontrarse a sí mismo (no marcaba desde el 9 de octubre), el resto del United cumplió para dejar los tres puntos en casa: primero, marcó Diogo Dalot al filo del descanso con un cabezazo a la salida de un córner; y, después, en el segundo acto, Marcus Rashford aumentó la renta en el segundo acto.
Y llegó el gol
Solo faltaba Cristano para apuntarse a la fiesta. Y, al final, después de múltiples intentos, logró su preciado premio y del arte del que ha vivido toda su carrera, el del gol. Marcó tras rematar un centro de Bruno Fernandes que detuvo el portero Maksym Koval. El rechace, lo recogió él mismo para acabar con su mala racha. Reventó la red con zurdazo inapelable, se marchó a un córner y, por fin, sonrío.